¿Ve a Sus Padres Cuando Se Mira en el Espejo?

Llegamos a Ser como Nuestro Padre Celestial cuando Seguimos el Ejemplo de Jesús, la Enseñanza de la Palabra y el Espíritu Santo

    Foto de Kaysha Wu en Unsplash

    ¿Ha sentido alguna vez que está destinado a ser como sus padres? Para algunos de nosotros eso nos hace muy felices porque tuvimos padres maravillosos que nos amaron, nos protegieron, nos guiaron. Y para otros eso nos preocupa porque no tuvimos padres ejemplares. Ya sea que la idea de parecerse a sus padres lo hace feliz o si lo aterroriza, o algo por el estilo, todos podemos beneficiarnos al recordar que Jesús es nuestro Padre celestial y considerar cómo nos cría.

    Asemejándose a Cristo

    Los cristianos son llamados a ser como Cristo. Pablo, Juan y Pedro enseñaron a los primeros cristianos a ser como Cristo. Creo que Pablo lo dijo mejor en su carta a la iglesia de Éfeso: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” (Efesios 5:1-2.) Pero lo más importante es que Cristo mismo enseñó a Sus discípulos a ser como Él (Juan 13:15, 34 y 15:12). Es importante darse cuenta de que el llamado a ser como Cristo es un llamado a ser como nuestro Padre celestial.

    Jesús – Nuestro Ejemplo

    ¿Cómo podemos llegar a ser como nuestro Padre celestial? En primer lugar, porque Dios hace que todas las cosas nos ayuden para bien. Muchos cristianos conocen Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Al leer el versículo 29, aprendemos que a través de la obra de Dios para nuestro bien somos formados a la imagen de Cristo, llegamos a ser como Cristo. Además, Dios nos da todas las cosas que necesitamos para ser como Él (Romanos 8:32). Al igual que nuestros padres naturales, Él nos da un ejemplo, nos enseña, y a medida que maduramos en Él, el fruto del Espíritu crece en nosotros.

    Jesús es nuestro ejemplo. Después de que la madre de Santiago y Juan le pidió a Jesús que le concediera a sus hijos los asientos a Su derecha y a Su izquierda en Su reino, Jesús explicó a Sus discípulos que, así como Él vino a servir, así deberán servir los que quieren ser grandes (Mateo 20:21, 27-28). Además, después de lavar los pies de Sus discípulos, dejó claro que lo hizo como un ejemplo para ellos (Juan 13:14-15). Incluso ordenó a Sus discípulos a que se amaran unos a otros como Él los amaba (Juan 13:34).

    Dios nos proporciona todo lo que necesitamos para ser como nuestro Padre celestial, independientemente de quiénes son nuestros padres naturales, sus cualidades inherentes y su comportamiento. Darnos a Jesús como ejemplo es sólo una parte de lo que Él nos proporciona. También nos enseña a ser como Él.

    La Palabra - Nuestro Maestro

      Foto de Madeleine Ragsdale en Unsplash

      Dios nos enseña de muchas maneras, al igual que lo hacen nuestros padres naturales (Deuteronomio 8:5). Al igual que nuestros padres naturales nos enseñan dándonos instrucciones y corrigiéndonos cuando nos equivocamos, Dios nos enseña a través de Su Palabra (2 Timoteo 3:16-17). Al aprender a través de la Palabra de Dios, maduramos en Él y llegamos a ser como Él. El escritor de Hebreos explica que respetamos a nuestros padres naturales cuando nos corrigen, pero lo hacen sólo según lo que consideran apropiado y bueno (Hebreos 12:9-10 [Versión Amplified de la Biblia, la cual solo se encuentra disponible en inglés]). Por otro lado, la corrección de Dios es ciertamente para nuestro bien, para hacernos como Él. Dios también nos corrige porque nos ama (Proverbios 3:12).

      Puedo recordar la primera vez que oí a alguien citar Santiago 1:22, “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” ¿Alguna vez se ha sentado en la iglesia, ha escuchado el mensaje y ha pensado: Vaya, el pastor le está hablando realmente a tal y tal persona el día de hoy? Debo confesar que yo he sido culpable de eso una o dos veces. Y el “tal y tal” era normalmente uno de mis hijos o mi esposo. Luego escuché a otra persona citar Santiago 1:22. Se me recordó que debía ser una hacedora, no sólo una oyente. Y Dios me hizo ver que debo escuchar el mensaje y aplicarlo a mi vida, no a la vida de otra persona. Si todo lo que hago es escuchar y no aplicar la verdad a mi vida, entonces me engaño a mí misma, y debo ser corregida por la Palabra. Estoy agradecida por la corrección de Dios.

      Además de enseñarnos con Su Palabra, Dios también nos enseña a través de nuestras experiencias, tanto buenas como malas. El apóstol Pablo enseñó a la iglesia de Roma a glorificarse en las tribulaciones (Romanos 5:3-5). Al hacer esto se desarrolla la paciencia, la esperanza y el amor de Dios en nuestros corazones. Todas estas son características propias de Cristo. De hecho, el apóstol Santiago alentó a la iglesia a regocijarse cuando se enfrentara a las pruebas y tentaciones de la vida, porque éstas producen paciencia en nosotros, haciéndonos completos, sin necesidad de nada (Santiago 1:2-4).

      Mientras escribo esto, mi esposo y yo estamos trabajando en el campo misionero en Costa Rica. En el 2019 cuando nos preparábamos para mudarnos aquí, después de un tiempo maravilloso de estar confiados en el llamado de Dios y recibir múltiples confirmaciones, llegamos a un tiempo de pruebas. Estas pruebas iban desde la preocupación por nuestra familia, a los ataques a nuestra salud, a los asuntos financieros. Las pruebas nos hicieron preguntarnos si habíamos entendido mal. ¿Será que Dios nos había llamado? Cuanto más duraban las pruebas, más evidente se hacía la mano de Dios. Nos estaba enseñando a ser flexibles y a confiar en Él. Las cosas en el campo de misiones no serían como lo esperábamos, pero debíamos ser lo suficientemente flexibles como para enfrentarnos a cualquier cosa que se nos presentara, y debíamos confiar en Él a través de cada experiencia.

      No puedo decir que teníamos todo por gozo cuando estábamos pasando por las pruebas, pero ahora estamos muy alegres que Dios nos haya enseñado estas lecciones. No habríamos estado preparados para esta experiencia si no nos hubiéramos conformado a Su semejanza a través de esas pruebas.

      Como un buen Padre, Dios nos proporciona todo lo que necesitamos para ser como Él. Nos proporciona a Cristo como ejemplo y nos enseña a través de Su Palabra y experiencias. Es más, a través de Su Espíritu Santo, Dios desarrolla en nosotros el fruto del Espíritu, que es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” (Gálatas 5:22-23).

      Espíritu Santo – Nuestro Líder

        Foto de Michael Kroul en Unsplash

        No es casualidad que el amor figure en primer lugar en la lista de los frutos del Espíritu. Es de conocimiento general que las etiquetas de información nutricional en los paquetes de alimentos enumeran los ingredientes en orden de mayor a menor. Aunque todas las partes del fruto del Espíritu son igualmente importantes, creo que el amor aparece en primer lugar porque sin él, el resto del contenido del fruto del Espíritu no es posible. Debemos amar antes de poder tener alegría y paz, o ser pacientes, amables, mansos y tener autocontrol. Para ser como Cristo, debemos amar. Pero Dios no nos deja solos para que nos esforcemos a ser como Cristo por nuestros propios medios. En cambio, el Espíritu Santo nos guía. Al seguir al Espíritu, adquirimos de Dios el fruto del Espíritu al igual que heredamos tanto las características físicas como las no físicas de nuestros padres.

        Confianza En Las Acciones Paternales De Dios Que Nos Ayudan A Ser Como Él

        Al reconocer a Jesús como nuestro ejemplo, a la Palabra como nuestro Maestro y al Espíritu Santo como nuestro líder, las características de nuestro Padre celestial crecen en nosotros. Dios nos dio un ejemplo y nos enseñó a través de Su Palabra y de nuestras experiencias. Crecemos en el fruto del Espíritu, heredando Sus características de amor, gozo, paz, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. No debemos temer ser como nuestros padres naturales, quienes tal vez no han estado presentes o no han sido capaces de amarnos como lo necesitábamos. Por el contrario, podemos mirarnos a nosotros mismos y tener la confianza de que Dios nos ha criado.

        Adaptado de Hey Dad, It’s Me! Discover the Father Who Loves and Protects You [¡Hola Papá, Soy Yo! Descubra al Padre que Le Ama y Le Protege], que se publicará en octubre de 2021.

        es_CRSpanish