¿Es Realmente Posible ser Amigo de Dios?

Servir es Bueno, pero la Amistad es Mejor

Amigo de Dios es una canción escrita por Israel Houghton y Michael Gungor. La escuché por primera vez en la grabación Let the Worshippers Arise [Que se Levanten los Adoradores] de Philips, Craig & Dean lanzada en 2004. Rápidamente se volvió una canción de alabanza muy popular, especialmente en iglesias que adoran de manera muy expresiva. Aunque el interludio proclama que Dios es Todopoderoso y el Señor de la Gloria, el enfoque principal de la canción es proclamar que “Soy un amigo de Dios.”

Cuando escuché la canción por primera vez, me sentí bastante incómoda con su enfoque en “mi” amistad con Dios. Recordé que Dios llamó a Abraham Su amigo, pero no podía imaginar a Abraham saltando y gritando en alabanza por ese honor. Y no podía pensar en una escritura que se refiriera a nadie más como amigo de Dios.

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    ¡Entonces la encontré! En Juan 15:15 (NVI) Jesús les dice a sus discípulos: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes.”

    Jesús llamó a Sus discípulos Sus amigos, no siervos. Si somos discípulos de Cristo, caminando en relación con Él, ¿es realmente posible que también seamos amigos de Dios?

    Considere las definiciones de amigo y siervo. Un amigo es alguien que se asocia familiarmente con otro, un compañero. Un siervo es una persona que realiza tareas para los demás. Pero por metáfora, un siervo es una persona que se entrega a la voluntad de otro. Aplicándolo al cristianismo, un siervo es aquel cuyo servicio es usado por Cristo para extender y promover Su causa entre los hombres.

    En Juan 15:15, Jesús contrasta a Sus discípulos como siervos y amigos. Jesús les aseguró a los discípulos que los llama amigos porque les ha compartido todo lo que Jesús había aprendido del Padre. A medida que se adentra en la lectura, pregúntese: "En mi relación con Dios, ¿soy un siervo o un amigo?”

    ¿Soy un siervo de Dios?

    Tenga la seguridad de que ser un siervo no es del todo malo. No asuma que todos quieren ser amigos. Hay quienes preferimos el servicio a la amistad. En las Escrituras, encontramos muchos siervos.

    Jesús era un siervo según Mateo 12:18. Cuando Jesús supo que los fariseos celebraron un concilio en su contra, les ordenó a los que había sanado que no lo dieran a conocer y citó al profeta Isaías diciendo: "He aquí mi siervo, a quien he escogido ..." Además, Pablo describió a Jesús como a un siervo, y explicó que "se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo" (Filipenses 2:7). Jesús fue un siervo. También debemos ser siervos a medida que nos asemejamos a Cristo.

    Algunos de los escritores de las Escrituras se identificaron como siervos, como Santiago (Santiago 1:1), Pedro (2 Pedro 1:1) y Judas (Judas 1:1). En Apocalipsis 15:3, se identifica a Moisés como un siervo de Dios. Todos estos son siervos. Todos fueron obedientes a Dios y lograron grandes cosas. No hay vergüenza si nos analizamos a nosotros mismos y descubrimos que somos siervos de Dios.

    Ser un buen siervo tiene sus beneficios.

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      • Mayores oportunidades para servir y ser bendecidos por el gozo del Señor. En la parábola de los talentos, después de reconocer a dos de los siervos como buenos y fieles, el señor los hizo gobernantes sobre muchas cosas y los invitó a entrar a su gozo (Mateo 25:21 y 23).
      • Disfrutando del amor y las bendiciones del Señor. En Lucas 7:2-3, el siervo era el siervo de un centurión. Podríamos pensar que había poco o ningún afecto o respeto entre un centurión y su siervo en los días de Jesús. Sin embargo, en este ejemplo, el siervo era muy querido por el centurión. Cuando el siervo se enfermó, el centurión mandó a llamar a Jesús; buscó la bendición de Jesús en nombre del siervo.
      • Comunión con el Señor. La parábola de los siervos que velan (Lucas 12:37) nos enseña que los siervos que están preparados y que esperan ansiosamente y velan por el Señor serán bendecidos por Él. El Señor tendrá comunión con ellos cuando coman conjuntamente y les sirva.
      • Recibir el Espíritu Santo. En Hechos 2:18, el apóstol Pedro citó al profeta Joel: “Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”. Como siervos de Dios, recibiremos el Espíritu Santo.
      • Recibir una recompensa eterna. Según Apocalipsis 11:18, los siervos recibirán la recompensa eterna de habitar y reinar con Jesús en el cielo.

      Como puede ver, ser un siervo tiene grandes beneficios. Si somos obedientes a Jesús, nuestro Señor, seremos bendecidos en esta tierra con honor, mayores oportunidades para servir, el amor y la sanidad de Dios, y Su Espíritu. También recibiremos nuestra recompensa celestial.

      No hay vergüenza en ser un siervo.

      Como cristiano, una persona que ha entrado en una relación con Jesús, aceptó a Jesús como Señor y Salvador, y actualmente se esfuerza por caminar con Él de acuerdo con Sus enseñanzas, cada uno de nosotros puede tener diferentes motivos para hacer estas cosas. Si los hacemos simplemente para ser salvos, entonces somos siervos.

      Por lo general, a un siervo no se le da una razón para el trabajo que se le asigna; debe realizarlo porque está obligado a servir. Por otro lado, un amigo es un confidente que comparte el conocimiento del propósito de su superior y lo adopta voluntariamente como propio. A través de la vida de Jesús en la tierra y de la Palabra de Dios, Jesús nos ha enseñado todo lo que necesitamos saber sobre Él. Desde esa perspectiva y según Juan 15:15, Jesús nos llama y nos trata como amigos. Sin embargo, es nuestra respuesta la que determina si lo tratamos como un amigo.

      ¿Soy amigo de Dios?

      ¿Ha estado alguna vez en una amistad unilateral? Se encuentra siendo el que extiende las invitaciones, llama para hablar, apoya a la otra persona en oración. La única vez que la otra persona le llama es cuando necesita algo. Contraste eso con una amistad sana, donde las invitaciones, llamadas y apoyo de oración van en ambos sentidos, no siempre viniendo de la misma persona a la otra.

      ¿Es posible que la amistad que Jesús nos concede sea unilateral? ¿Le correspondemos? ¿Somos en realidad amigos de Jesús, según lo determinado por nuestras respuestas a Él, o simplemente nos llamamos Sus amigos porque Él ha compartido con nosotros todo lo que necesitamos saber?

      Jesús nos llamó amigos. Y lo alabamos por ello, algunos de nosotros cantando, bailando y dando gritos de alabanza. ¿Qué tiene de diferente entablar una amistad recíproca con Jesús?

      Una vez más, cada uno de nosotros puede saber si estamos siendo un siervo o un amigo por nuestra respuesta a Jesús. Jesús les dice a Sus discípulos en Juan 15:14 que son Sus amigos si “hacéis lo que yo os mando". Bueno, esto no suena muy diferente a ser un siervo. Un buen siervo es obediente. Hace lo que se le ordena. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un siervo y un amigo?

      Considere Juan 15:15 nuevamente y continúe hasta el versículo 16. En el versículo 16 Jesús explica: “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.” (NVI). Cuando agregamos el versículo 16, vemos que la comunicación comienza a fluir en dos vías. Jesús se comparte con nosotros, diciéndonos todo lo que necesitamos saber. Y obedecemos lo que Él nos manda a hacer y nosotros le pedimos todo lo que necesitamos de acuerdo con Su voluntad.

      Generalmente, los siervos hacen lo que se les pide. No suelen cuestionar al señor. Pero Jesús nos invita, como Sus amigos, a invocarlo y pedir lo que necesitemos para dar fruto.

      Pero ser un amigo es más que solo obediencia y comunicación bidireccional. En Juan 3:25-30, los discípulos de Juan estaban discutiendo con alguien aparentemente sobre los méritos de Jesús y Juan. Ambos estaban bautizando y los discípulos de Juan estaban preocupados porque todos estaban yendo a Jesús.

      La respuesta de Juan a Sus discípulos nos muestra cómo responde un amigo a otro amigo. El novio es Jesús. Juan es el amigo del novio. ¿Qué hace el amigo? Espera y escucha al novio. Cuando escucha la voz del novio, el amigo se llena de alegría. El amigo glorifica al novio y quita el énfasis a sí mismo.

      Conforme cada uno de nosotros analiza nuestra propia relación con Jesús, ¿nos damos cuenta de que además de esforzarnos por obedecerle y servirle, estamos emocionados y agradecidos de que Él nos llame amigos, le correspondamos y seamos sus amigos?

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        Considere su vida de oración. ¿Se está produciendo una comunicación bidireccional? ¿Está buscando Su voz y pidiéndole de acuerdo a Su voluntad todas las cosas que necesita para dar fruto eterno?

        Considere también su respuesta al escuchar la Palabra de Dios. ¿Experimenta gozo cuando escucha la Palabra de Dios? ¿Aplica con entusiasmo la Palabra de Dios a su vida, siendo un hacedor de la Palabra y no solo un oidor?

        Recuerde, un amigo es alguien que se asocia familiarmente con otro y que comparte el conocimiento del propósito de su superior y lo adopta voluntariamente como propio. ¿Busca conocer a Jesús más íntimamente para conocer Su propósito y voluntad? ¿Ha adoptado voluntariamente ese propósito y lo tomará como propio?

        Confianza en Ser Amigo de Dios

        Realmente es posible ser amigo de Dios. Podemos estar seguros de que somos amigos de Dios al analizar nuestra relación con Él para determinar si tratamos a Jesús como un amigo, esforzándonos por obedecerlo y servirle, estableciendo una comunicación bidireccional con Él, y adoptando Su voluntad como la nuestra.

        Espero que reflexione sobre esta palabra y considere si es un siervo de Dios o un amigo de Dios. Si aún no es un amigo, entonces hágalo una cuestión de oración, abriendo una comunicación bidireccional, escuchando Su voz y sometiéndose voluntariamente a Su propósito y voluntad para que pueda tener confianza en ser un amigo de Dios.

        2 Comments

        • Bethany Zink

          What a beautiful study Julie! The nature of our relationships can change and grow with time and experience. As love matures in our lives, the way we interact and understand one another grows deeper and has new characteristics that previously were not possible. For me, my relationship with God started out of a fear and desire to avoid punishment. I can remember sitting on a church pew and gripping the edge of the seat as a very young girl while fervent preachers spoke about hell, damnation for sinners and “missing the rapture”. For a short period I can remember having panic attacks when my parents were out of my sight in the next aisle at the grocery, or they were late coming home. I thought, “It has happened – Mom and Dad have been taken to heaven and I’m now left alone to fend for myself at the age of 11.” I sought God initially out of that fear. But over the years and many experiences of my life, I have a deeper relationship with God. I still have a healthy respect for His authority and sovereign power, but I also have come to learn that God isn’t “out to get me” but rather He is on my side and wants good things and outcomes for me. At times I still revert to acting out of fear, but God gently reminds me of His love and provision. There are times I respond as His servant, but how sweet are the. seasons of friendship with Him. Thank you for this beautiful study. ❤️

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            Julie McGhghy

            Oh, you have reminded of the days when the movie “A Thief in the Night” was popular and how it scared a whole generation into thinking we would miss the rapture! Fear truly was a motivator in our relationships with God then, but was not enough to sustain our relationships with God. Oh, how sweet to trust in Jesus, serve Him, and be His friend! Thank you for your beautiful comment.

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