¿Sirve Perfectamente O Con Excelencia?

Cómo Distinguir Entre los Dos y Glorificar a Dios

Había dos mujeres. Ellas no se conocían. No vivían cerca la una de la otra y ni siquiera vivieron al mismo tiempo. Ambas trataban de hacer lo mejor en todo lo que hacían. Sin embargo, tenían diferentes enfoques para hacer las cosas. Podemos aprender de estos dos distintos enfoques para estar confiados de que estamos glorificando a Dios.

Rebeca

    Rebeca fue al pozo para sacar agua, lo cual hacía usualmente. Cuando ella llegó, un hombre estaba allí. Él le pidió un poco de agua para beber. Debido a que Rebeca estaba comprometida a dar lo mejor de sí misma en todo lo que hacía, ella se apresuró a sacar el agua para darle. Ella no lo hizo de una manera ociosa o de mala gana. Ella rápidamente suministró el agua. Génesis 24:15-18.

    Rebeca no se detuvo cuando el hombre estuvo satisfecho. En cambio, Rebeca se ofreció a hacer más. Ella no le preguntó al hombre si necesitaba que lo hiciera o si le permitía hacerlo. Ella ni siquiera dijo que iría a buscar ayuda para hacerlo. Ella simplemente dijo que haría más. Ella también le daría de beber a los camellos del hombre, y sacó agua hasta que los camellos se saciaron. Incluso cuando ella estaba haciendo más de lo que el hombre le había pedido, ella se apresuró a hacerlo. Ella no disminuyó sus esfuerzos porque solo estaba atendiendo a los animales. Ella se apresuró a llenar el cántaro, iba y venía del pozo, hasta que los camellos acabaron de beber. Génesis 24:19-20.

    Marta

    Por otro lado, a Marta no se le tenía que pedir nada. Cuando Jesús llegó a visitar, ella ya tenía en mente lo que se tenía que hacer y sabía perfectamente cómo hacerlo. Al igual que Rebeca, Marta inmediatamente puso manos a la obra. Ella empezó a preparar la comida perfecta para servir a su invitado. Pero ella no lo hizo con la misma actitud de Rebeca.

      Había mucho por hacer. Marta miró a su alrededor para ver quién la iba a ayudar a hacer las cosas. Cuando ella encontró a su hermana sentada a los pies de Jesús y sin ninguna intención de ayudarla, Marta se dirigió a Jesús y de mala gana le preguntó (estoy parafraseando), “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola?” Marta no se acercó a su hermana de una manera discreta y respetuosa para pedirle ayuda. En cambio, Marta fue directamente con Jesús y lo acusó de que no le importaba su situación. Luego, ella fue más allá y le exigió que le diera instrucciones a su hermana para que la ayudara. Lucas 10:38-42.

      Un Mundo de Diferencia

      ¿Cuál fue la diferencia entre los enfoques de Rebeca y Marta? Rebeca buscó servir con excelencia. Marta buscó servir perfectamente. El enfoque con el que elegimos servir hace un mundo de diferencia. Aunque la calidad de servicio pareciera ser la misma, el impacto en nuestras relaciones y las consecuencias en nuestro servicio puede ser muy distinto.

      La excelencia es la calidad de ser muy bueno en algo. Por otro lado, el perfeccionismo es el rechazo a aceptar cualquier estándar que se encuentra debajo de la perfección. Debido a que somos llamados a hacer todas las cosas para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31), es importante comprender cuál de estos enfoques glorifica a Dios.

        Rebeca sirvió con excelencia. Cuando el hombre le pidió agua, ella respetuosamente le respondió, “Bebe, Señor mío” y le dio de beber. Ella no tuvo una mala actitud. Ella no actuó incómoda. Ella no buscó a nadie más para que la ayudara con la tarea. Ella cumplió de una forma respetuosa. Luego, ella se ofreció a hacer más, a darle agua a los camellos. Una vez más, lo hizo respetuosa y rápidamente. Ella no tenía la obligación de dar de beber a los camellos. Ella pudo haber regresado para atender sus propias responsabilidades. Pero, en cambio, ella vio la necesidad y se ofreció a ayudar. Sin murmuraciones. Sin actuar demasiado agobiada. Sin buscar a alguien más para que la ayudara. Ella hizo un esfuerzo extraordinario.

        El excelente servicio de Rebeca resultó en un servicio de alta calidad y construyó una relación. El hombre y los camellos quedaron rápidamente satisfechos. Sus necesidades fueron atendidas. Y ella construyó una relación con el hombre. Debido a su comportamiento y respuesta, él se sintió tranquilo al saber que ella era la que sería la esposa de su amo. Ella se convirtió en la esposa de uno de los patriarcas de los israelitas. El servicio con excelencia de Rebeca glorificó a Dios. Génesis 24:67.

          Marta se esforzó para servir perfectamente. No hay duda de que el servicio que ella proporcionó fue de alta calidad. Ella puso la comida perfecta sobre la mesa para su invitado de alta estima. Probablemente, ella recibió muchos cumplidos cordiales. Pero al final, ella dañó su relación con su hermana y con Jesús. De hecho, Jesús la tuvo que corregir públicamente por su enfoque incorrecto. Su perfecto desempeño trajo para sí la atención, pero no glorificó a Dios.

          Hay un mundo de diferencia entre hacer algo con excelencia y esforzarse por hacerlo perfectamente.

          La Importancia para Nosotros Hoy

          He recibido muchos comentarios sobre mi última publicación, ¡Deje De Sentir Culpa Y Vergüenza Por Decepcionar A Dios Ahora Mismo!  Además de los comentarios que fueron publicados, las personas me contactaron a través de mensajes privados. Parece que muchos cristianos luchan con el sentimiento de decepcionar a Dios cuando no pueden alcanzar la perfección. Sin embargo, la perfección no es Su estándar. Y el perfeccionismo no lo glorifica a Él.

          Ayer estaba navegando en la página de Facebook y vi la siguiente publicación de una querida hermana en el Señor, Sujey Garcia:

          Añadir excelencia a su vida significa que si va a hacer algo, no solamente haga lo que le han pedido. Haga algo más. Recuerda la historia de la doncella llamada Rebeca. Ella no solo le dio agua al siervo de Abraham. Ella también se ofreció a darle agua a sus camellos. Y fue bendecida en gran manera. Debido a su excelencia, ella se convirtió en la esposa de un príncipe, el hijo de la promesa.

          Cuando leía esa publicación, se compungió mi corazón porque sabía que aquellos que luchamos con el perfeccionismo necesitamos replantear nuestro enfoque. Para estar confiados de que estamos glorificando a Dios en todo lo que hacemos, debemos dejar de buscar la perfección y simplemente servir con excelencia, procurando ver las necesidades y atenderlas sin que alguien nos lo pida. Vaya más allá. Y permita que Dios sea glorificado, no nosotros mismos.

          ¿Cómo sabemos la diferencia?

          El apóstol Pedro nos dice cómo desarrollar la excelencia. Primero, actuamos por fe y diligentemente buscamos la virtud, desarrollando conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor cristiano. 2 Pedro 1:5-7. Estas características fueron evidentes en Rebeca cuando ella se apresuró a sacar el agua de primero para el hombre y después lo continuó haciendo para los camellos. Estas características se complementan a medida que continuamos diligentemente, lo cual nos conlleva al conocimiento, después a la paciencia, luego a la piedad, etc.

            La excelencia también incluye honestidad. Cuando actuamos en fe y buscamos con diligencia las características de la excelencia mencionadas con anterioridad y hablamos honestamente con todas las personas, nuestras buenas obras van a glorificar a Dios. 1 Pedro 2:12. Así como lo hizo Rebeca, cuando buscamos la excelencia le hablamos de una manera honesta y amable a los demás y somos responsables por nuestras acciones. Dios se glorifica por medio de nuestras acciones, actitud y comportamiento.

            Por otro lado, la perfección es luchar por alcanzar un estándar inalcanzable. Es luchar por ser impecable, lo cual no concuerda con el concepto bíblico de perfección. Cuando la Biblia habla de perfeccionarnos, generalmente se está refiriendo a madurez. El apóstol Pablo describe los dones que el Señor dio para el perfeccionamiento de los santos. Efesios 4:12. Este perfeccionamiento es la madurez de los santos, equipándolos completamente para la obra de la Iglesia.

            Cuando Jesús nos llamó a ser perfectos, Él nos estaba llamando a crecer en “completa madurez de santidad de la mente y carácter, habiendo alcanzado la altura correcta de virtud e integridad.” Mateo 5:48 [Traducción literal de la versión Amplified de la Biblia]. Esta perfección bíblica es más parecida a la excelencia, no a lo impecable.

              Podemos darnos cuenta de que estamos luchando por alcanzar la perfección en vez de la excelencia cuando no toleramos nuestros propios errores. Cuando nos amonestamos a nosotros mismos y constantemente estamos criticando nuestro propio trabajo porque nunca es lo suficientemente bueno. Además, cuando vemos sufrir nuestras relaciones con los demás, especialmente con aquellos que son cercanos a nosotros (miembros de la familia) o que tienen que trabajar con nosotros. Esto sucede porque imponemos nuestros propios altos e inalcanzables estándares sobre todos aquellos que nos rodean. Y ellos no pueden estar a la altura, lo cual causa frustración tanto para nosotros como para ellos.

              Otra señal de perfeccionismo en nuestras vidas es el sentimiento frecuente de decepcionar a Dios, así como se presentó en ¡Deje De Sentir Culpa Y Vergüenza Por Decepcionar A Dios Ahora Mismo! Como lo señaló Nathan V en su comentario de esa publicación, usualmente nos damos cuenta de que nuestro “tiempo de oración es ineficaz porque [nosotros] reemplazamos el fervor con una disculpa”. Esto daña nuestra relación con Dios porque no estamos creciendo en Él, orando por los demás ni para que se haga Su voluntad en la tierra así como en el cielo. Constantemente nos estamos arrepintiendo y no estamos creciendo.

              Llamado a la Acción

              Observemos nuestras propias acciones, actitudes y comportamiento para determinar si estamos luchando por alcanzar la excelencia o la perfección. Si es la última, volvamos nuestros corazones hacia Dios y busquemos con diligencia las características de la excelencia, lo cual glorificará a Dios y nos llevará a la madurez cristiana. Podemos estar confiados de que estamos glorificando a Dios cuando buscamos alcanzar la excelencia.

                12 Comments

                • Mickey

                  Julie, this is a great followup thought to Stop Feeling Guilt and Shame for Disappointing God Now!

                  I’ve been doing a lot of soul-searching during these past months of quarantine (I think all of us have – God has His Ways, doesn’t He?) pertaining to my relationship with God, my family and my community. Your comment about how we can transmit feelings of “not measuring up” in our closest relationships really stings. Our genuine pursuits to please God in caring for our family members can sometimes hurt more than help, if we don’t get the balance right in our thinking.

                  Making the determination of which, perfection or excellence, we are striving for isn’t always easy to see when we are in the middle of life. God help us to stop and reflect more.

                  Btw- I love the kitty pictures. 🙂

                  • Avatar photo

                    Julie

                    Mickey, like most surgeries, surgery done by the Word is painful (Hebrews 4:12). Yet the recovery is so worth it! As the discerner of the thoughts and intents of the heart, the Word illuminates a path for growth. And I have needed that discernment many times in my own life. Thank you for your comment.

                • Angela Roth

                  Oh my! Sister you are so on taget here! The part about spending your prayer time in apology mode instead of effectual prayer….wow. That’s exactly where I have found myself lately. It became so frustrating that I began avoiding it. I am so thankful for your obedience to Jesus and putting out here the directions for the rest of us to find our way out! How thrilling it is to hear that there is nothing wrong with me but I am caught in my enemy’s distraction trap! Pathways of release! Something Jesus spoke to me about recently. Thank you Sister! I felt the Holy Ghost when you contacted me about this page and I am so glad that I didn’t ignore it. Thank you

                  • Avatar photo

                    Julie

                    Pathways of release! I love that. I am glad I can have a small part of shining a light on that pathway. Praise the Lord for His love, peace, and guidance!

                • Diana L Hines

                  I like that your blogs cause opportunity for us to search our hearts and seek God’s will. The examples that you gave in this blog were perfect for the point you were conveying.
                  You stated that,
                  “Excellence is the quality of being very good at something. Perfectionism on the other hand is the refusal to accept any standard short of perfection. Since we are called to do all things to the glory of God (1 Corinthians 10:31), it is important to understand which of these approaches glorifies God.”
                  I can see how we can get caught up in perfectionism instead of excellence when we do not stay focused on God.
                  I decided to look up the definition of excellence and it read, ‘The pursuit of excellence means the pursuit of effectiveness in all areas of life. The number 1 habit to strive for excellence was to identify your values. To make right choices in your life, you need to know what truly matters to you.
                  The entire focus is on self and not God or the impact on others or the effects on relationships.
                  In all honesty, following Rebekah’s model of excellence seems more fulfilling and less frustrating than Martha’s. As always, God’s ways are better than mans,
                  Again, thanks for the opportunity of reflection.

                  • Avatar photo

                    Julie

                    Diana, I love seeing how you read the blog posts and give them considerable thought, becoming a doer of the word and not a hearer only! James 1:22. Thank you for sharing what you learned.

                • Debra Celovsky

                  A big “amen”, Julie. I appreciate what you share in this post about excellence as it relates to Christian maturity. Our primary task is to live and love in ways that draw people to Christ, not repel them with attitudes that cause relationships, as you say, to suffer.

                es_CRSpanish